Noelia Ibañez (San Roque, Maipú) y Victoria Alturria (San Martín), son dos estudiantes avanzadas de Ingeniería, becarias del Instituto Regional de Estudio Sobre Energía, IRESE, de la Facultad.
Trabajan en ese instituto junto a otros becarios y becarias, entre los cuales entre todos suman alrededor de 15, distribuidos en las áreas térmica y eléctrica.
Noelia, del área térmica, relata: “hacemos investigación aplicada, estamos midiendo las tramitancias, tanto en parte fría como caliente, para distintos materiales que se van a utilizar para edificación, para corroborar que sean eficientes”.
Es una investigación que, si sale bien se va a ofrecer como servicios a terceros. “Estudiamos cerámicos, metales; vamos a hacer pruebas con todos los materiales para ver cuál es aceptable”.
Victoria se desempeña en el área eléctrica y relata: “básicamente tenemos dos tipos de trabajos principales: proyectos de investigación, por ejemplo, de eficiencia en el alumbrado público; otro con el camino de la menor impedancia que se refiere a cuestiones de redes eléctricas y, por otro lado lo que es trabajos a terceros.”
Noelia dice que “está bueno que cada laboratorio nos brinde las becas para poder ver ese campo que no podemos ver en el cursado, eso nos abre muchísimo; la mayoría de los alumnos no saben que hay laboratorios; yo entré por investigar qué es esto y a qué se dedica”.
Hace 5 años que está en el IRESE como becaria: “me gusta, he estado en distintos proyectos de investigación aplicada, como, por ejemplo, hace dos años tuvimos un proyecto de pasteurización de biberones del hospital Español, para nosotros poder analizar los factores de presión, temperatura, lo bacteriológico y demás, para ofrecer el servicio nosotros o darles una buena recomendación para que pudieran tratarlo mejor”.
Victoria habla sobre un proyecto que se viene trabajando desde hace varios años: “es el de eficiencia en el alumbrado público, hemos ensayado luminarias; teníamos que ver si cumplían con los parámetros de una norma específica”.
Ella vive en la Residencia Universitaria FRM y asiste todos los días al instituto “también vengo para estudiar porque es más cómodo”.
Por su parte, Noelia sostiene la carrera cosechando uvas y cortando ajos. “Cuando finalizo el cursado, hago esas actividades para poder sustentar la carrera, más en estos tiempos difíciles; aparte, mi mamá ha sufrido un ACV y no ha quedado muy bien, en ese sentido, hay que ayudar un poco más”.
Relata que “por una caja de 30 o 40 cabezas de ajo me pagan $800 y en la verdulería una sola cabeza de ajo vale $1000… es lo mismo que pasa en la cosecha, el tacho te lo estaban pagando en febrero $500, mientras que un buen vino no baja de $10,000… siempre el trabajo del que está en el comienzo de la cadena de la producción es el menos valorado… es por eso que muchos productores, como no se les valora su trabajo, dejan tirados el durazno, la ciruela…”
La situación de Victoria es distinta: “mi mamá me ayuda y básicamente, en cuanto a trabajar, he tenido algunas experiencias como electricista, también he trabajado en ventas… durante el cursado trato de no trabajar, por ahora no lo necesito, voy a ver si empiezo a trabajar el año que viene, porque se hace un poco necesario ayudar o ser un poco más independiente en la casa, ya tengo 22 años”.
Dice Noelia: “mi intención es que si ustedes ven a alguien que le cuesta, díganle que no baje los brazos, va a haber mil piedras en el camino y hay que superarlas… por eso estamos nosotras acá, está Victoria, estoy yo, porque nos gustó la ingeniería… si hubiera elegido lo que en ese momento me decía mi mamá, hubiera estudiado para policía… pero a mí me apasiona la Matemática, la Química”.
Ambas describen el laboratorio “como una familia, es muy importante, y llegamos a ser muy cercanos a los profesores de ahí, a los compañeros, entonces se genera algo muy lindo y uno se llega a sentir muy cómodo y acompañado”.
Respecto a la universidad pública y las medidas del gobierno nacional, opinan:
Noelia:
“Para mi punto de vista, el pensamiento que tiene él (Milei) está equivocado, porque él no se pone detrás de cada una de las universidades, de las historias que cada uno conlleva para poder seguir estudiando… no todos nacimos en una cuna de oro, porque la tenemos que luchar desde muy pequeños para seguir estudiando… parte de esos fondos son para seguir pagando a los becarios, para seguir sosteniendo cada uno de los laboratorios, para poder seguir trabajando, prestar nuestros equipos para poder hacer servicios a terceros y ser mejores, aparte, cada laboratorio hace mejor a la Facultad”.
Victoria:
“En la facultad, cuando entré, me di cuenta de que hay muchas cosas muy valiosas y hay que defenderla, porque así como hay equipos, también brindamos servicios y no todas las empresas tienen los equipos, y no lo hacemos con el fin de obtener ganancias, no buscamos competencia con nadie más; sino que es brindar un servicio a la sociedad y permitir que todos contribuyamos en mejorar… yo siento que es muy agradable la universidad pública y todo lo que tiene, cómo un alumno se puede sentir adentro, y apoyado, y cuenta con distintos recursos, tiene la biblioteca, tiene computadoras, tiene las Residencias universitarias, o sea, es como que ayuda mucho, en muchos sentidos”.